lunes, 22 de mayo de 2023

VIOLENTO CUENTO DE HADAS

Había una vez un reino mágico donde vivían hadas y duendes. En ese reino había una hada llamada Rosalinda que era muy hermosa y bondadosa. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un joven príncipe llamado Eduardo. Eduardo estaba perdido en el bosque y no sabía cómo volver a su reino. Rosalinda se ofreció a ayudarlo y juntos emprendieron el camino de regreso.

Durante su viaje, Eduardo y Rosalinda se enamoraron profundamente. Al llegar al reino de Eduardo, él le pidió a Rosalinda que se quedara con él para siempre. Rosalinda aceptó y juntos vivieron felices para siempre.

Pero su felicidad no duró mucho. Un día, un malvado hechicero llamado Zoltar invadió el reino de Eduardo y secuestró a Rosalinda. Eduardo estaba desesperado y no sabía qué hacer para rescatarla.

Decidió buscar la ayuda de un poderoso mago llamado Merlin. Merlin le dijo que la única forma de derrotar a Zoltar era con la ayuda de una espada mágica que estaba escondida en una cueva muy peligrosa.

Eduardo decidió emprender la peligrosa misión de encontrar la espada mágica. Después de muchos peligros y aventuras, finalmente encontró la espada mágica y regresó al reino de Eduardo.

Con la espada mágica en su poder, Eduardo luchó contra Zoltar y finalmente lo derrotó. Rescató a Rosalinda y juntos regresaron al reino donde vivieron felices para siempre....

No... esperen.... algo más sucedió que nadie nunca lo contó...


 A medida que Eduardo y Rosalinda regresaban a su reino, un sentimiento de inquietud se mantenía en el aire. Sin saberlo, la derrota de Zoltar había desatado una fuerza oscura que ahora amenazaba su mundo. Extraños sucesos comenzaron a perturbar al reino antes pacífico, con rumores de una presencia malévola que se propagaba por las calles.

Eduardo no podía deshacerse de la sensación de que su victoria sobre Zoltar era solo el comienzo de una batalla mucho más siniestra. Pesadillas atormentaban su sueño, llenas de visiones de figuras sombrías y aterradores gritos que resonaban a lo lejos. Decidido a proteger a Rosalinda y a su gente, emprendió una búsqueda para descubrir la fuente de este terror recién descubierto.

En lo profundo del bosque prohibido, Eduardo buscó la guía de un antiguo oráculo que se decía poseía conocimientos sobre lo sobrenatural. El oráculo, una figura enigmática con ojos penetrantes, reveló una profecía escalofriante: un reliquia maldita oculta en el corazón del reino estaba despertando un antiguo mal.

Armados con este conocimiento, Eduardo y Rosalinda se adentraron en los rincones más oscuros de su castillo, siguiendo pistas crípticas que los llevarían a la reliquia maldita. Cada paso los llevaba más profundamente hacia las garras de la desesperación, mientras que la presencia se volvía más fuerte, su malevolencia impregnaba las mismas paredes que atravesaban.

Finalmente, llegaron a una cámara oculta, donde la reliquia maldita yacía envuelta en oscuridad. Con manos temblorosas, Eduardo levantó el artefacto, una grotesca figurilla tallada en un material de otro mundo. En el momento en que lo tocó, una oleada de pura malevolencia recorrió sus venas.

Un rugido ensordecedor llenó la cámara mientras el antiguo mal, encarcelado durante siglos, se desataba sobre el reino. El castillo tembló, sus paredes se resquebrajaron bajo el peso de la furia de la entidad. El reino, una vez hermoso, se transformó en un lugar de pesadilla, lleno de oscuridad y desesperación.

Eduardo y Rosalinda se encontraron en una carrera contra el tiempo, buscando desesperadamente una forma de desterrar a la entidad malévola y restaurar la paz. Guiados por la tenue luz de una vela moribunda, descubrieron un conjuro escondido entre las páginas de un antiguo libro de hechizos.

En medio del caos, Eduardo recitó el conjuro, su voz temblorosa por el miedo y la determinación. El aire chisporroteaba con energía mientras las palabras de poder resonaban en la cámara. Una luz cegadora estalló, envolviendo todo el castillo, y por un momento, parecía como si la esperanza hubiera prevalecido.

Pero la entidad malévola no fue derrotada tan fácilmente. Respondió con una fuerza que destrozó la resolución de Eduardo. En un giro horripilante, el antiguo mal poseyó su ser, convirtiéndolo en un instrumento de la oscuridad.

Rosalinda, ahora sola y llena de un coraje desesperado, se enfrentó al Eduardo corrompido. Con lágrimas surcando su rostro, le suplicó que luchara contra la oscuridad que consumía su alma. En un fugaz momento de lucidez, Eduardo dudó, sus ojos reflejando un destello de su antiguo yo.

Reuniendo hasta la última gota de fuerza, Rosalinda golpeó la reliquia maldita con todas sus fuerzas, haciéndola añicos. Una ráfaga de energía cegadora estalló, desterrando a la entidad malévola y liberando a Eduardo de su dominio.

Agotados y maltratados, Eduardo y Rosalinda emergieron de las ruinas de su castillo. Su reino, una vez devastado por la oscuridad, comenzó a sanar, bañándose en la cálida luz de un nuevo amanecer. El recuerdo del horror que habían enfrentado quedaría grabado para siempre en sus corazones, un recordatorio constante de la fuerza y la resistencia de su amor.

Y así, reconstruyeron su reino, su vínculo más fuerte que nunca. Aunque las cicatrices permanecían, Eduardo y Rosalinda se comprometieron a proteger su mundo de las sombras que se aproximaban, asegurándose de que los horrores que habían enfrentado nunca fueran olvidados.

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