lunes, 13 de marzo de 2023

EL HOMBRE DE LA MÁSCARA


 En lo profundo del bosque de la noche, donde la luna se asoma a través de los árboles como un ojo monstruoso, se encuentra una casa antigua y decrépita. Allí vive un hombre solitario, cuyo nombre se ha perdido en la niebla del tiempo, y cuyo rostro está oculto detrás de una máscara de porcelana blanca.

Los lugareños dicen que el hombre está loco, y que pasa sus noches creando maniquíes macabros con trozos de madera y telas viejas. Pero lo más inquietante de todo es que, cuando los maniquíes están terminados, el hombre los coloca en las ventanas de la casa, como si quisiera mostrarlos al mundo.

Un día, un viajero curioso decidió explorar la casa del hombre de la máscara. Entró en la casa silenciosa y se encontró maniquíes por todos los rincones, cada uno con un detalle escalofriante y una expresión que parecía decir algo más. Pero mientras exploraba la casa, el viajero notó que algo estaba mal. Los maniquíes parecían haberse movido, y sus ojos lo seguían a medida que avanzaba.

Finalmente, el viajero encontró al hombre de la máscara. Estaba sentado en una silla, rodeado con los maniquíes que había visto antes. Pero cuando el hombre se quitó la máscara, el viajero se encontró con algo que lo dejó sin aliento. La cara del hombre estaba hecha de madera y tela, al igual que sus terroríficas figuras. El hombre era una de sus creaciones, y todos los maniquíes en la casa eran personas que había capturado y transformado en sus macabras obras de arte.

El viajero se sintió atrapado, rodeado de esas repulsivas y corrompidas figuras que parecían susurrar su nombre. Pero justo cuando creyó que todo estaba perdido, un rayo de luz se filtró por una ventana cercana, y el hombre de la máscara se derrumbó en un montón de madera y tela.

Entonces, el viajero, desesperado salió corriendo de la casa, pero mientras huía, escuchó un susurro detrás de él. Se dio la vuelta y vio que la madera y la tela se estaban reformando en la forma del hombre de la máscara. Los maniquíes comenzaron a moverse también, sus ojos ahora fijos en el viajero. Una risa macabra llenó la casa, todos comenzaron a avanzar hacia él, arrastrándose por el suelo con sus brazos de madera.

El viajero sintió que algo lo tomaba por los pies, y cayó al suelo. Cuando se levantó, se encontró rodeado en un grupo de repugnantes entes que lo arrastraban hacia la oscuridad de la casa. Intentó gritar, pero algo lo atravesó la garganta, impidiéndole emitir sonido alguno. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se había convertido en uno de los maniquíes, y que su mente ahora estaba atrapada para siempre en ese cuerpo de madera y tela, condenado a ser una macabra obra de arte del hombre de la máscara.


Mudgeeraba, Queensland, Australia

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