viernes, 10 de marzo de 2023

EVA


La muñeca era un objeto extraño y siniestro, con ojos de vidrio que parecían seguirte dondequiera que fueras. Pero para la pequeña Sarah, era su amiga y confidente. La llevaba a todas partes, jugaba con ella y le contaba todos sus secretos.


Pero una noche, Sarah descubrió que la muñeca no era lo que parecía. Mientras dormía, la muñeca se acercó a ella y le susurró al oído. Sarah despertó sobresaltada, pero la muñeca no estaba allí. Pensó que había sido solo una pesadilla, pero las siguientes noches la muñeca volvió a susurrarle cosas.


Sarah comenzó a tener miedo de la muñeca, pero no podía deshacerse de ella. Se escondió debajo de la cama, la dejó en el armario, pero siempre volvía a aparecer. Y cada vez que lo hacía, sus ojos de vidrio parecían más oscuros y amenazantes.


Finalmente, Sarah decidió acabar con la muñeca de una vez por todas. La tomó en sus manos y la arrojó al fuego, viendo cómo se quemaba y se retorcía en llamas. Pero cuando se dio la vuelta, vio que la muñeca estaba allí, mirándola con sus ojos de vidrio.


Sarah gritó y corrió hacia la puerta, pero la muñeca la detuvo en seco. La rodeó con sus brazos de trapo y la apretó con fuerza, hasta que Sarah dejó de luchar. La muñeca se llevó a Sarah consigo, dejando solo su cuerpo inerte y susurrándole al oído que nunca estaría sola de nuevo.


La verdad es que la muñeca nunca fue realmente una muñeca. Era un espíritu maligno que había poseído el juguete, buscando siempre una nueva víctima para apoderarse de su cuerpo y su alma. Y ahora, Sarah era solo una más de las muchas que habían caído bajo su hechizo.


Tilarán, Quebrada Grande, Costa Rica

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